En
medio del Adviento, de camino hacia la Navidad, la Iglesia nos presenta a
María, en la FIESTA de la INMACULADA. Y a través de ella, nos llega la LUZ DE
DIOS para la Humanidad.
El Cardenal LAVIGERIE, fundador de los
misioneros de África y de las misioneras de Nuestra Señora de África, nos
regaló a María como madre, protectora y modelo de discípula misionera, estrella
de la Evangelización para todos los pueblos.
Como es tradicional en todas las partes del
mundo donde hay misioneros de África y misioneras de nuestra Señora de África, el
8 diciembre, fiesta de la Inmaculada nos juntamos para celebrar a María y el
regalo de la vocación misionera.
Empezamos con una Eucaristía, donde sentimos fuerte la comunión con los misioneros/as y la misión, donde África y los pueblos africanos siempre están en el centro de nuestra oración y ofrenda. Cantamos a María de la Esperanza, como dice el canto “para que mantenga el ritmo de nuestra espera”. Le pedimos que aliente la LUZ de nuestra Fe para que contagiemos chispas de alegría y nos ayude a preparar nuestro corazón para acoger a Jesús que quiere renacer en nuestras comunidades y en nuestro mundo.
De la misa pasamos a la mesa y en un ambiente cálido de fraternidad, compartimos amistad y merienda. Como guinda, un pastel de chocolate que con mucho amor preparó Carmen, rico, rico, rico…
Que María la Inmaculada, nuestra Señora de África, interceda para que muchos jóvenes se sientan llamados/as a coger el relevo y responder a la urgencia de la Misión en África y con los pueblos Africanos dispersos por el mundo.
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